PA' COMER Y CALLAR, LA BANDEJA PAISA MANDA
Parce, si hay un plato que le hace el quite a la dieta sin vergüenza y con toda la berraquera, es la bandeja paisa. Este plato no se sirve, se presenta, porque cuando lo traen a la mesa uno se queda viéndolo como si fuera obra de arte. Y lo es. Una obra paisa, bien hecha, pa’ comer con respeto y sin miedo.
La historia de esta delicia viene del corazón antioqueño, donde los campesinos necesitaban pura comida rendidora pa’ aguantar la jornada en el campo. Por eso, todo lo que trae llena el alma y el buche, frijoles bien calados, arroz blanco, huevo frito, carne molida o en polvo, chicharrón que cruje como gloria, tajada de maduro, arepa, aguacate y la infaltable morcilla o chorizo pa’ rematar. ¡Una chimba, parce!Y si usted cree que eso es exagerado, es porque nunca ha trabajado bajo el sol en una finca. Esta bandeja se inventó pa’ los de ruana, los de machete al cinto y orgullo en el pecho. Por eso, cuando uno se sienta frente a ese platado, más que hambre, hay que tener carácter. Porque esto no es una comida cualquiera, es Colombia servida en una bandeja.
Y ojo, que en Antioquia, en el Eje Cafetero, y hasta por los lados del Tolima, la preparan con variaciones, pero siempre con el mismo amor y con el mismo objetivo, llenarlo a uno de sabor y de patria. Porque sí, la bandeja paisa no solo llena el estómago… también le pone a uno la bandera en el corazón.
Y si quedó algo pa’l otro día (que eso es raro, pero bueno), el calentado de bandeja paisa es gloria bendita. Uno junta esos frijolitos con arroz, el maduro, la carnita molida y hasta el chicharrón recalentado, y eso agarra un sabor que no se explica, se siente. Calentado en sartén, con huevo frito encima y un tinto bien cargado al lado…eso no es desayuno, parce, eso es un abrazo del alma. Porque en Colombia hasta las sobras saben a fiesta.
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